Vuelta al hogar, cambio de conceptos, fin del curso y sensaciones contrapuestas. A grandes rasgos esto es todo lo que ha pasado durante los últimos días. Quería escribir un artículo por jornada, pero estas últimas han sido de gran actividad física y mental para los dos.
Como ya expliqué, el curso semidomiciliario terminaba esta semana en Tarragona. Viajar en el AVE con Milena fue también toda una experiencia positiva. Llegar a casa también. Su actitud sigue siendo la de investigarlo todo, mirar, oler y no perder ningún detalle. Desde el sábado por la tarde hemos estado haciendo rutas por la ciudad. Algunas conocidas, como de casa al trabajo y viceversa. otras no tanto, como de casa a la estación de tren. En las conocidas no hay tanto problema, pero en las nuevas.. Y es que necesito un cambio de concepto, una redefinición conceptual de los mapas mentales que tengo de la ciudad. Me explico. hasta ahora, conocía muy bien las rutas que hacía con el bastón. En lo demás, me limitaba a ir cogido del brazo de la persona. Ahora, necesito tener muy claro el mapa de la ciudad: sus calles, sus cruces, sus dificultades… Si yo no lo tengo claro no puedo decirle a Milena que cruce debemos tomar o por que calle debemos girar. Y eso, como tantas otras cosas, se conseguirá a fuerza de tiempo y constancia. Estos días, durante los desplazamientos, las sensaciones y sentimientos han sido como una montaña rusa. contrapuestos, incluso, a veces. Cuando yo conozco la ruta y Milena no se distrae (cosa que cada día irá ocurriendo con menos frecuencia) todo va bien. Cuando se aparta para que pase alguien, cuando esquiva un obstáculo, cuando siento que lo estamos haciendo bien… Es maravilloso. Pero en otras ocasiones, cuando me encuentro perdido en medio de la rambla, cuando tomo mi camino y no dejo trabajar al perro, cuando le corrijo sin razón, cuando no avanza porque todo le distrae… El bajón es impresionante. Sí. ya sé que sólo llevamos una semana y que el proceso de adaptación completa es de unos seis meses de media. pero que queréis que os diga, no puedo evitarlo. La verdad es que hemos aprobado, y seguiremos para nota. Poco a poco, con buena letra. Felicitando cuando toque y corrigiendo también, aunque la gente se quede mirando pensando que soy un borde que le da tirones de correa a su perro. No se equivoquen señores, nadie quiere a ese animal más que yo y si lo hago es para que aprenda, como se hace con los niños pequeños. Un primer aviso, un segundo, un toque de atención y después, si procede… No es que me guste, pero debo hacerlo así. Es un pulso amistoso y debo mantener el balancín emocional.
¿En casa? Todo perfecto, la verdad es que se está adaptando muy bien y poco a poco iremos adaptando horarios y rutinas quotidianas. Así pues, con calma, sin perder la paciencia y transmitiéndole que tengo ganas de hacerlo, que quiero seguir con el reto y que quiero que el vínculo se consolide al 100%. Y mañana… Próxima parada: Alcanar.